El sueño de Juan Fernández

Por Patricio Mekis y Rodrigo Oyanedel

Los lugares prístinos y salvajes tienden de una manera casi mágica a evocar una sensación inexplicable en la gente. De ahí nace la exploración pura y nuestro deseo incansable de estar donde nadie más haya estado. El archipiélago de Juan Fernández en Chile es la viva imagen de esa sensación. Pero lo que diferencia a este archipiélago de cualquier otro lugar en el que haya estado no es una ola única o paisajes insólitos: es su gente y el deseo verdadero que tienen de ser sustentables. Dentro de pocos días esta gente valiente y atípica se someterá a una decisión política que se tomará a cientos de kilómetros de sus islas, pero que podría ayudar al cuidado de su preciado mar y la biodiversidad de la que dependen para vivir.

El descubrimiento del archipiélago Juan Fernández, de un origen volcánico dramático en sus acantilados, data de hace 440 años. Más bien por error, Juan Fernández divisó estos oasis de tierra dentro de la inmensidad del Pacifico, buscando una ruta más rápida entre Callao, Perú y Valparaíso, Chile. La juventud de su descubrimiento, y su privilegiada ubicación han servido para conservar la generosa flora y fauna de sus tierras y mares, de forma casi intacta hasta hoy. Prueba de ello es su desbordante biomasa y altísimo endemismo, que por ejemplo, en el grupo de los peces alcanza hasta un 98%. Esto no ocurre en prácticamente ningún otro lugar del mundo.

 

Pero hay otro elemento que ha hecho que este lugar sea lo que es hoy: la visión conservacionista de su comunidad. Es quizás por su condición de isleños, alejados por cientos de kilómetros de cualquier fuente de abastecimiento, que desde sus inicios han desarrollado una honrada y profunda visión de sustentabilidad. Han entendido que los recursos pueden ser eternos, siempre y cuando se cuiden y respeten. Un reflejo claro de esta visión es la forma en que pescan la langosta, su principal fuente de ingreso. Adelantándose décadas a cualquier regulación del gobierno, han impuesto sus propias reglas de manejo, conscientes de los ciclos biológicos de la langosta y pescando de manera de respetar el recurso, el medio ambiente y a los demás pescadores; no solo los actuales si no los que quedan por venir en las próximas generaciones. No existen muchos casos como este en el mundo, en el que sean los propios pescadores los que se auto-regulen, sin presión de los gobiernos.

Lamentablemente, este archipiélago único está siendo amenazado por los comunes peligros que hoy reinan en los mares del mundo. La pesca industrial acecha estas aguas ricas en recursos hoy escasos en el resto del Océano Pacífico y la contaminación por plásticos no discrimina en llegar hasta estos rincones. Dentro de la cadena montañosa de la cual nace este archipiélago, hay montes submarinos con altísima biomasa y que son foco de pesca industrial que usa métodos de pesca dañinos para el ecosistema, perjudicando con su paso la capacidad de estos sistemas de regenerase y producir los recursos que podría producir.

Ante esta inminente amenaza es que la comunidad del archipiélago ha tomado el sartén por el mango y ha dado el grito para que se cuide y se respete el mar del que dependen. Propusieron a la Presidenta Bachelet la creación de un Parque Marino de 485.000 km2, protegido de cualquier actividad humana, como pesca o minería y de un Área Marina Protegida de Múltiples Usos, de 24 millas alrededor de la isla, para permitir únicamente la pesca responsable, y con aparejos tradicionales. El 1ero de Junio del 2017 la Presidenta Bachelet, en un día épico y sin precedente para los isleños y para el resto del mundo, anunció la creación de este Parque Marino.

Solo queda una barrera para que este sueño isleño se haga realidad. El próximo 22 de Enero, los ministros del gobierno de Bachelet votarán por aceptar o rechazar esta propuesta. Hay temor de que la presión de la industria pesquera incida en esta votación. Creemos que este mensaje debe llegar al mundo y ser difundido. Debemos estar alerta y expectantes. Lo que se votará ese día no es solamente si se acepta o no acepta un Parque Marino; ese día los ministros de la República de Chile votarán para marcar un precedente en el que aplaudiremos y adoptaremos las lecciones de cientos de años de desarrollo sustentable. El 22 de Enero, Chile puede hacer historia apoyando a esta comunidad visionaria.

Estamos expectantes para que el 22 de Enero se firme un sueño.

¡Apoyemos a la comunidad de Juan Fernández para hacer Historia!